lunes, 20 de agosto de 2012


MI SELVA Y EL OTORONGO.

 Escuchaba los ruidos lejanos
Mientras dormia el PAPAGALLO
De cuyo cantar, no se sabía nada
Pero el rio crujía y crujía
Hablando de dolor
Opacando la alegría entre sus aguas.

Las flores yacían adormecidas
Sin perder su color habitual,
Algunas también dormían
Mientras las aves despavoridas
Abandonaban sus nidos y a sus crias
Junto a los venados aturdidos.

La sabia se quejaba apesadumbrada
La liebre, también su nido dejaba
La tórtola quebraba sus coloquios amorosos.
 
La campesina enamorada
Sabía ya de su pena
Su corazón sangraba y sangraba
Sangraba tanto que la pena ya no le dolia


Su amado cholo
Aquel campesino rudo
Diestro con el hacha
Experto en el campo copioso, agreste y verde

Veloz como el barro del huayco
Rápido como la saeta,
Caía abatido, herido en su pundonor
Herido en el cuerpo,
Lleno de heroicidad para su tribu
Muriendo en calma.......

EL OTORONGO,
Rugia imperante
Más grande que la grandeza de mi tierra
RUGIA MI SELVA.

CARLOS FIDEL BORJAS DÍAZ



PUCALLPA 27 DE MAYO DE 1987.

1 comentario:

  1. Me ha parecido muy interesante,
    perdón, he tenido que buscar la
    palabra otorongo y entonces he
    comprendido la poesía. en todo
    su contenido.
    me ha gustado mucho.
    Un saludo desde España.

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