UNA PUBLICACIÓN DEL ESCARABAJO LITERARIO
Todos los caminos llevan a las letras.Omar Requena Medina(10-09-72). LA ENTREVISTA
Poeta y narrador venezolano, nacido en Caracas en 1972. Cursó estudios de Artes Visuales en la Escuela Cristóbal Rojas y ha participado como oyente en los Talleres de Poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (C.E.L.A.R.G) Textos suyos han aparecido en revistas web de México, Argentina, Canadá y España. Su primera novela breve: Los Días Iguales, fue publicada por el Sistema Nacional de Imprentas del Estado Miranda, en el año 2010.
La explosión del llamado boom de la literatura latinoamericana dio a conocer una camada de escritores talentosos que, como por generación espontánea, surgieron al sur del Río Grande. La realidad es que la literatura latinoamericana ya tenía una potencia, diversidad temática y creatividad notables mucho antes que las editoriales europeas pusieran sus ojos sobre estos autores. El caso más notorio fue el de Gabriel García Márquez y la creación de un nuevo estilo literario: el realismo mágico. Sin embargo este estilo ya se encontraba presente en diferentes obras literarias de esta región. Por caso, en el cuento La lluvia del autor venezolano Arturo Uslar Pietri ya se observan claramente la inclusión de un elemento fantástico, con absoluta naturalidad, en una escena doméstica y rutinaria. Incluso para quienes hayan leído el cuento El marciano de Ray Bradbury, podrán encontrar sutiles influencias del cuento Uslar Pietri en cuanto a la ambientación en un paisaje desolado y los personajes sin esperanzas. Y la aparición de la magia en lo cotidiano.
Desde que un grupo de jóvenes escritores (la Generación del 28: José Antonio Ramos Sucre, Fernando Paz Castillo o Andrés Eloy Blanco entre otros), fundaran la mítica (y efímera) Revista Valvula la vanguardia literaria venezolana mostró una diversidad e identidad pocas veces vista en la región. Entonces, ¿qué pasa en la actualidad en la con las letras en Venezuela?
Un joven y lúcido escritor venezolano (residente en Chile en la actualidad) nos brinda la oportunidad de indagar en su vida, su obra, la actualidad del quehacer cultural en su tierra natal y que se cuece en los círculos literarios de su país de adopción.
RJB: Omar, ¿podrías hacer una descripción de tu infancia? ¿Cómo era tu pueblo, tus amistades, el colegio, tus parientes?
OR: Yo fui un niño ensimismado, pero feliz. Puedo empezar con eso. Me gustaban los cuentos de hadas, o cualquier historia que me pareciera fantástica o imposible. En mis días de colegio, solía simpatizar con los niños más mentirosos porque me atraía su imaginación e inventiva. Se convertían en mis mejores amigos. Mi hogar de infancia no se caracterizó por tener grandes cantidades de libros, ya que mis padres tenían prejuicios respecto a la gente que “leía mucho”. Aún así, debo decir que nunca me fastidiaron demasiado cuando me vieron hacerlo. Un tío materno, tal vez a manera de elogio, de sarcasmo, o quizá ambas cosas a la vez, me llamaba con sorna “el intelectual de la familia”. Lógicamente, con ocho o nueve años encima, tú no tienes la menor idea de lo que es un intelectual. Provengo de la típica familia humilde caraqueña (llegué a los Valles del Tuy, al pueblo de Ocumare del Tuy, recién comenzada mi adolescencia), que escala posición social a base de esfuerzos y apariencias; en el fondo gente buena y decente que llegó a hacerme incluso uno de los regalos más hermosos que recuerde: una enciclopedia Salvat en fascículos, que leí y releí con los años. Me la dio mi tía Isabel. Leer sobre lugares lejanos, extraños; sobre reyes, dioses y criaturas fabulosas, o sobre hechos pasados y extraordinarios, fue un verdadero descubrimiento para mí. En ésa forma de contar las cosas, estaba ya el germen, el deslumbramiento de la Literatura. Sólo que yo no lo sabía entonces.
RJB: ¿Cuándo sentiste que las letras eran lo tuyo? ¿Alguna influencia tuvo que ver con este descubrimiento?
OR: No sé si conmigo sucedió exactamente así, Ricardo, eso de sentir o saber que las letras son lo de uno. Simplemente un buen día te sorprendes garabateando en una libreta vieja pensamientos o poemas cuyo mayor mérito es su valor sentimental, y no te atreves a mostrárselos a nadie porque te sientes muy lejos de considerarte escritor. Aunque esa extraña necesidad persista y no falte un buen amigo o compañero de liceo que te diga que se ha identificado con eso que escribiste. Luego de eso, uno empieza a cobrar valor, audacia quizá. Intentas cosas con mayor conciencia. En mi caso, sucedió que también tuve grandes amigos, que amaban y leían buena literatura, y me contagiaron con Julio Cortázar, con Borges, con Ernesto Sábato, con la poesía de Octavio Paz, André Breton, Pablo Neruda y César Vallejo. Eran reuniones inolvidables. Una de ésas amistades, Teófila (Theomar, para sus íntimos) Vargas, mujer culta, sensible y encantadora, hija mayor de un personaje de la historia contemporánea venezolana, leyó en cierta ocasión unos versos que muy tímidamente le mostré, y me dijo con solemnidad: "mijo, esto es un poema. Siga escribiendo".
RJB: ¿Cómo está la escena literaria en Venezuela? ¿Sirve el apoyo estatal? ¿O los grupos literarios son cerrados y burocráticos?
OR: Me parece que la escena literaria venezolana actualmente gira alrededor de dos o tres nombres, no muy conocidos entre el gran público, y ajenos a los grupos, porque curiosamente, mi país se ha movido en torno a los grupos literarios: Sardio, Tabla Redonda, El Techo de la Ballena, En Haa, Tráfico, Guaire, son algunos que me vienen ahora a la memoria. En las provincias sucedió algo parecido. Yo, en lo personal, siempre he sido partidario del trabajo en solitario. Ello quizá me ha traído desventajas, sobre todo a la hora de querer dar a conocer mi trabajo de forma impresa. Sin embargo, los portales web han sido un apoyo invaluable. Colaboro con ellos siempre que puedo y encontrarán textos míos en las revistas Destiempos y Espiral, de México; en Napolitanas.com de España; en el blog de Gustavo Tisocco y en Letras.s5.com de Chile, donde formo parte del índice de colaboradores. Una mención especial tiene el Sistema Nacional de Imprentas de Miranda, cuyos integrantes accedieron a publicar mi primera novela breve: Los Días Iguales, que incluso comentaron y presentaron en mi asusencia durante una feria del libro en Caracas. Vaya mi agradecimiento a Isaac Morales Fernández y a Julio Valderrey, escritores y amigos, defensores de la creación en medio de estrecheces y carencias en una región como los Valles del Tuy, donde falta mucho por hacer desde el punto de vista cultural.
RJB: Teniendo en consideración tu respuesta se puede deducir:
a) Los grupos literarios son importantes para el desarrollo literario, pero a nivel regional, no algo que involucre al continente . ¿No es posible soñar con otro movimiento parecido al "Boom Latinoamericano" en la actualidad? ¿Las grandes editoriales estàn reservadas al "mainstream" y no al riesgo y lo novedoso?
OR: Creo que la utilidad, el valor de los grupos literarios está en la necesidad de medirse, de encontrar afinidades. Ésa gente a la que mostramos nuestros primeros poemas o cuentos, y nos aconseja o critica; a la que le comentamos sobre ésa novela que todavía no existe porque en el momento no tenemos las herramientas necesarias para llevarla a cabo, y aquéllo no sea sino una simple -y en todo caso legítima- aspiración. Porque lo que luego vendría es el trabajo en solitario, o en "solitud", como diría Antonio Gala, usando el término anglosajón; condición absolutamente necesaria para escribir. Para crecer escribiendo.
Ahora bien, me preguntas por la posibilidad de un "Neo-Boom" en Latinoamérica. Te digo, de soñarlo se puede, claro. Por qué no. Sigue habiendo gente que está trabajando muy duro para sacar adelante obras de calidad. Pero en lo personal no lo creo posible porque aquél movimiento mítico estuvo inserto en un panorama distinto al que tenemos ahora. O no sé si muy distinto, ahora que lo pienso, pero sí diferente al de entonces ¿Y quién reemplazaría a un Borges, a un Onetti, a un Carlos Fuentes, por ejemplo? No, no sería igual.
b) Esos "dos o tres nombres no muy conocidos" a los que te has referido ¿No llegan al gran público por falta de difusión? ¿Por políticas editoriales? ¿O, simplemente, por políticas?
OR: Tal vez son más de tres los nombres a los que podría referirme ahora, no sé. Lo que sí sé, es que para dar a conocer su trabajo han tenido que recurrir a no pocas instancias, y al final el asunto es una mezcla de constancia, esfuerzo, suerte, y el hacer las relaciones adecuadas aquí y allá. No se trata sólo de que escribas maravillosamente y demuestres tener un gran talento, eso por sí solo no basta. De ahí en adelante, el resto corre por cuenta de las grandes editoriales, y de los políticos.
c) ¿Vez alguna similitud entre las problemáticas de los círculos literarios venezolanos y chilenos?
OR: La similitud que veo es la endémica en nuestros países: el Arte, la Cultura en general, que se considera todavía como una extensión de cosas más "importantes". Una especie de adorno al que se tiene aparte, pero no tan lejos como para que se diga que no hay interés serio en ello. Lo terrible es que hay gente conforme, beneficiada con éste estado de cosas y capaz de hacer lo que sea para que siga siendo así, y gente que busca un camino distinto.
RJB: ¿Podrías adelantar algo del argumento de tu novela? ¿Piensas publicarla en Chile y en Argentina?
OR: Los Días Iguales fue posible gracias a los auspicios de la gente del Sistema Nacional de Imprentas, en el Estado Miranda venezolano. Hasta la fecha, es mi único libro publicado. Es un diario alucinado, una crónica exagerada y una amalgama de elementos dispares que se fusionaron en un libro y tomaron forma de novela, para mi sorpresa y deleite. Es también la historia de un periodista, cansado de su oficio, que un día se encuentra involucrado con otro personaje que lo elije como lector y testigo de sus delirios, con un desenlace bastante tragicómico.
Sí, sería buena idea publicar una segunda edición de Los Días Iguales, en Chile o en Argentina, por qué no. Habría, claro, que corregirle algunas cosas. Igual trabajo en otros textos, más ambiciosos, que me gustaría dar a conocer, siempre que consiga a un editor capaz de confiar en mi trabajo. Tengo varios proyectos de escritura.
RJB: A sabiendas de la tradición de las letras chilenas ¿Que nos puedes contar de la actualidad poética y prosistica en Chile?
OR: Chile es país de poetas, de Poesía. No puede ser de otra manera, en una tierra que ha visto nacer a gigantes como Gonzalo Rojas, Enrique Lihn, Jorge Teillier, Gonzalo Millán, Omar Lara, Raúl Zurita, Nicanor Parra. Hace pocos días, tuve el honor de conocer a Edmundo Herrera, un poeta excelente pero muy poco conocido, cuando compartimos espacio en un programa radial al que fui gentilmente invitado en la localidad de San Bernardo, a veinte minutos de la capital, Santiago. Fue una gran experiencia. En éste país la poesía sigue en buenas manos, y te puedo decir que hay gente joven escribiendo y dando a conocer trabajos de calidad. Menciono a Pablo Paredes, a Jorge Navarro Honores, a Rafael Silva Catalán, para referirme sólo a la punta del iceberg porque hay más, muchos más. Las lecturas y recitales poéticos son frecuentes en Santiago y en otros lugares de Chile. La narrativa, por su parte, goza de buena salud y tiene un registro variado: desde ciencia ficción (Jorge Baradit); microrrelato (Diego Muñoz Valenzuela, Lilian Elphick, Pedro Guillermo Jara), hasta novela, cuento (Alvaro Bisama, Diego Zúñiga, Juan Colil Abricot) Faltan nombres, lógicamente, pero trato de ir conociendo y enterándome del panorama literario chileno, que tiene mucho que aportar al Continente. La Literatura sigue sucediendo aquí.
Para nadie es un secreto el que las grandes editoriales apuestan, desde hace tiempo, a un estilo, a una forma de hacer literatura, que hace poca -o ninguna- concesión al riesgo o a la novedad. Eso no vende, no genera dividendos. El día en que yo vea a las Obras Completas de un Néstor Sánchez, publicadas por una gran editorial, no pensaré en un acto de justicia sino en que pronto vendrá otro diluvio universal. Las editoriales grandes son empresas, con todo lo que ése nombre implica, y entre los noveles escritores verás a algunos capaces de venderle el alma al Diablo, es decir, sacrificando autenticidad, estilo, o una voz que le costó horrores y esfuerzo conseguir, con tal de "encumbrarse" en el mundo de la Literatura. Es lamentable. Pero no todo está perdido; existen editoriales pequeñas, "alternativas", que les llaman, trabajando muchas veces con uñas y dientes, que sí apuestan a lo novedoso, al riesgo. Habrá que confiar en ellas.
Desde que un grupo de jóvenes escritores (la Generación del 28: José Antonio Ramos Sucre, Fernando Paz Castillo o Andrés Eloy Blanco entre otros), fundaran la mítica (y efímera) Revista Valvula la vanguardia literaria venezolana mostró una diversidad e identidad pocas veces vista en la región. Entonces, ¿qué pasa en la actualidad en la con las letras en Venezuela?
Un joven y lúcido escritor venezolano (residente en Chile en la actualidad) nos brinda la oportunidad de indagar en su vida, su obra, la actualidad del quehacer cultural en su tierra natal y que se cuece en los círculos literarios de su país de adopción.
RJB: Omar, ¿podrías hacer una descripción de tu infancia? ¿Cómo era tu pueblo, tus amistades, el colegio, tus parientes?
OR: Yo fui un niño ensimismado, pero feliz. Puedo empezar con eso. Me gustaban los cuentos de hadas, o cualquier historia que me pareciera fantástica o imposible. En mis días de colegio, solía simpatizar con los niños más mentirosos porque me atraía su imaginación e inventiva. Se convertían en mis mejores amigos. Mi hogar de infancia no se caracterizó por tener grandes cantidades de libros, ya que mis padres tenían prejuicios respecto a la gente que “leía mucho”. Aún así, debo decir que nunca me fastidiaron demasiado cuando me vieron hacerlo. Un tío materno, tal vez a manera de elogio, de sarcasmo, o quizá ambas cosas a la vez, me llamaba con sorna “el intelectual de la familia”. Lógicamente, con ocho o nueve años encima, tú no tienes la menor idea de lo que es un intelectual. Provengo de la típica familia humilde caraqueña (llegué a los Valles del Tuy, al pueblo de Ocumare del Tuy, recién comenzada mi adolescencia), que escala posición social a base de esfuerzos y apariencias; en el fondo gente buena y decente que llegó a hacerme incluso uno de los regalos más hermosos que recuerde: una enciclopedia Salvat en fascículos, que leí y releí con los años. Me la dio mi tía Isabel. Leer sobre lugares lejanos, extraños; sobre reyes, dioses y criaturas fabulosas, o sobre hechos pasados y extraordinarios, fue un verdadero descubrimiento para mí. En ésa forma de contar las cosas, estaba ya el germen, el deslumbramiento de la Literatura. Sólo que yo no lo sabía entonces.
RJB: ¿Cuándo sentiste que las letras eran lo tuyo? ¿Alguna influencia tuvo que ver con este descubrimiento?
OR: No sé si conmigo sucedió exactamente así, Ricardo, eso de sentir o saber que las letras son lo de uno. Simplemente un buen día te sorprendes garabateando en una libreta vieja pensamientos o poemas cuyo mayor mérito es su valor sentimental, y no te atreves a mostrárselos a nadie porque te sientes muy lejos de considerarte escritor. Aunque esa extraña necesidad persista y no falte un buen amigo o compañero de liceo que te diga que se ha identificado con eso que escribiste. Luego de eso, uno empieza a cobrar valor, audacia quizá. Intentas cosas con mayor conciencia. En mi caso, sucedió que también tuve grandes amigos, que amaban y leían buena literatura, y me contagiaron con Julio Cortázar, con Borges, con Ernesto Sábato, con la poesía de Octavio Paz, André Breton, Pablo Neruda y César Vallejo. Eran reuniones inolvidables. Una de ésas amistades, Teófila (Theomar, para sus íntimos) Vargas, mujer culta, sensible y encantadora, hija mayor de un personaje de la historia contemporánea venezolana, leyó en cierta ocasión unos versos que muy tímidamente le mostré, y me dijo con solemnidad: "mijo, esto es un poema. Siga escribiendo".
RJB: ¿Cómo está la escena literaria en Venezuela? ¿Sirve el apoyo estatal? ¿O los grupos literarios son cerrados y burocráticos?
OR: Me parece que la escena literaria venezolana actualmente gira alrededor de dos o tres nombres, no muy conocidos entre el gran público, y ajenos a los grupos, porque curiosamente, mi país se ha movido en torno a los grupos literarios: Sardio, Tabla Redonda, El Techo de la Ballena, En Haa, Tráfico, Guaire, son algunos que me vienen ahora a la memoria. En las provincias sucedió algo parecido. Yo, en lo personal, siempre he sido partidario del trabajo en solitario. Ello quizá me ha traído desventajas, sobre todo a la hora de querer dar a conocer mi trabajo de forma impresa. Sin embargo, los portales web han sido un apoyo invaluable. Colaboro con ellos siempre que puedo y encontrarán textos míos en las revistas Destiempos y Espiral, de México; en Napolitanas.com de España; en el blog de Gustavo Tisocco y en Letras.s5.com de Chile, donde formo parte del índice de colaboradores. Una mención especial tiene el Sistema Nacional de Imprentas de Miranda, cuyos integrantes accedieron a publicar mi primera novela breve: Los Días Iguales, que incluso comentaron y presentaron en mi asusencia durante una feria del libro en Caracas. Vaya mi agradecimiento a Isaac Morales Fernández y a Julio Valderrey, escritores y amigos, defensores de la creación en medio de estrecheces y carencias en una región como los Valles del Tuy, donde falta mucho por hacer desde el punto de vista cultural.
RJB: Teniendo en consideración tu respuesta se puede deducir:
a) Los grupos literarios son importantes para el desarrollo literario, pero a nivel regional, no algo que involucre al continente . ¿No es posible soñar con otro movimiento parecido al "Boom Latinoamericano" en la actualidad? ¿Las grandes editoriales estàn reservadas al "mainstream" y no al riesgo y lo novedoso?
OR: Creo que la utilidad, el valor de los grupos literarios está en la necesidad de medirse, de encontrar afinidades. Ésa gente a la que mostramos nuestros primeros poemas o cuentos, y nos aconseja o critica; a la que le comentamos sobre ésa novela que todavía no existe porque en el momento no tenemos las herramientas necesarias para llevarla a cabo, y aquéllo no sea sino una simple -y en todo caso legítima- aspiración. Porque lo que luego vendría es el trabajo en solitario, o en "solitud", como diría Antonio Gala, usando el término anglosajón; condición absolutamente necesaria para escribir. Para crecer escribiendo.
Ahora bien, me preguntas por la posibilidad de un "Neo-Boom" en Latinoamérica. Te digo, de soñarlo se puede, claro. Por qué no. Sigue habiendo gente que está trabajando muy duro para sacar adelante obras de calidad. Pero en lo personal no lo creo posible porque aquél movimiento mítico estuvo inserto en un panorama distinto al que tenemos ahora. O no sé si muy distinto, ahora que lo pienso, pero sí diferente al de entonces ¿Y quién reemplazaría a un Borges, a un Onetti, a un Carlos Fuentes, por ejemplo? No, no sería igual.
b) Esos "dos o tres nombres no muy conocidos" a los que te has referido ¿No llegan al gran público por falta de difusión? ¿Por políticas editoriales? ¿O, simplemente, por políticas?
OR: Tal vez son más de tres los nombres a los que podría referirme ahora, no sé. Lo que sí sé, es que para dar a conocer su trabajo han tenido que recurrir a no pocas instancias, y al final el asunto es una mezcla de constancia, esfuerzo, suerte, y el hacer las relaciones adecuadas aquí y allá. No se trata sólo de que escribas maravillosamente y demuestres tener un gran talento, eso por sí solo no basta. De ahí en adelante, el resto corre por cuenta de las grandes editoriales, y de los políticos.
c) ¿Vez alguna similitud entre las problemáticas de los círculos literarios venezolanos y chilenos?
OR: La similitud que veo es la endémica en nuestros países: el Arte, la Cultura en general, que se considera todavía como una extensión de cosas más "importantes". Una especie de adorno al que se tiene aparte, pero no tan lejos como para que se diga que no hay interés serio en ello. Lo terrible es que hay gente conforme, beneficiada con éste estado de cosas y capaz de hacer lo que sea para que siga siendo así, y gente que busca un camino distinto.
RJB: ¿Podrías adelantar algo del argumento de tu novela? ¿Piensas publicarla en Chile y en Argentina?
OR: Los Días Iguales fue posible gracias a los auspicios de la gente del Sistema Nacional de Imprentas, en el Estado Miranda venezolano. Hasta la fecha, es mi único libro publicado. Es un diario alucinado, una crónica exagerada y una amalgama de elementos dispares que se fusionaron en un libro y tomaron forma de novela, para mi sorpresa y deleite. Es también la historia de un periodista, cansado de su oficio, que un día se encuentra involucrado con otro personaje que lo elije como lector y testigo de sus delirios, con un desenlace bastante tragicómico.
Sí, sería buena idea publicar una segunda edición de Los Días Iguales, en Chile o en Argentina, por qué no. Habría, claro, que corregirle algunas cosas. Igual trabajo en otros textos, más ambiciosos, que me gustaría dar a conocer, siempre que consiga a un editor capaz de confiar en mi trabajo. Tengo varios proyectos de escritura.
RJB: A sabiendas de la tradición de las letras chilenas ¿Que nos puedes contar de la actualidad poética y prosistica en Chile?
OR: Chile es país de poetas, de Poesía. No puede ser de otra manera, en una tierra que ha visto nacer a gigantes como Gonzalo Rojas, Enrique Lihn, Jorge Teillier, Gonzalo Millán, Omar Lara, Raúl Zurita, Nicanor Parra. Hace pocos días, tuve el honor de conocer a Edmundo Herrera, un poeta excelente pero muy poco conocido, cuando compartimos espacio en un programa radial al que fui gentilmente invitado en la localidad de San Bernardo, a veinte minutos de la capital, Santiago. Fue una gran experiencia. En éste país la poesía sigue en buenas manos, y te puedo decir que hay gente joven escribiendo y dando a conocer trabajos de calidad. Menciono a Pablo Paredes, a Jorge Navarro Honores, a Rafael Silva Catalán, para referirme sólo a la punta del iceberg porque hay más, muchos más. Las lecturas y recitales poéticos son frecuentes en Santiago y en otros lugares de Chile. La narrativa, por su parte, goza de buena salud y tiene un registro variado: desde ciencia ficción (Jorge Baradit); microrrelato (Diego Muñoz Valenzuela, Lilian Elphick, Pedro Guillermo Jara), hasta novela, cuento (Alvaro Bisama, Diego Zúñiga, Juan Colil Abricot) Faltan nombres, lógicamente, pero trato de ir conociendo y enterándome del panorama literario chileno, que tiene mucho que aportar al Continente. La Literatura sigue sucediendo aquí.
Para nadie es un secreto el que las grandes editoriales apuestan, desde hace tiempo, a un estilo, a una forma de hacer literatura, que hace poca -o ninguna- concesión al riesgo o a la novedad. Eso no vende, no genera dividendos. El día en que yo vea a las Obras Completas de un Néstor Sánchez, publicadas por una gran editorial, no pensaré en un acto de justicia sino en que pronto vendrá otro diluvio universal. Las editoriales grandes son empresas, con todo lo que ése nombre implica, y entre los noveles escritores verás a algunos capaces de venderle el alma al Diablo, es decir, sacrificando autenticidad, estilo, o una voz que le costó horrores y esfuerzo conseguir, con tal de "encumbrarse" en el mundo de la Literatura. Es lamentable. Pero no todo está perdido; existen editoriales pequeñas, "alternativas", que les llaman, trabajando muchas veces con uñas y dientes, que sí apuestan a lo novedoso, al riesgo. Habrá que confiar en ellas.
Comparto contigo, pues, al menos en mi País, se sufre esta calamidad con sentido fuerte, y campea la piratería, cuando viví en Venezuela, también pude observar lasmismas trabas, ojalá lleguemos a superar y conseguir el nombre que cada cual, "merece". UN ABRAZO
ResponderEliminar