POEMA SEIS
OH, PADRE QUERIDO.
Cuanto extendí mis manos, y estuviste para escucharme
Más dime si cuando clame mi boca al SEÑOR, mi voz lo encuentre.
Tiempo he
clamado en el desierto
Y no hubo
quien escuchara, ni quien alzara mi manoEntonces como podeis decir que mi boca y mis oídos
Desechan todo consejo tuyo?
Yo no quiero
tu reprensión,
Ni a quien se
ria de mis calamidades. Tampoco he de burlarme de mi prójimo
Cuando llegue pronta la destrucción que temes,
Cuando la
calamidad llegue como torbellino arrasante
Cuando vengan
sobre nosotros las tribulacionesCuando la angustia campee en tierra cierta
Vendrán en culpa ajena, pero incierta a las verdades.
Entonces oh
amado padre,
Me llamarán
a la gloria, y no responderé;Si no escucho de tu boca
Las voces que hablen de los pesares.
Buscarán de
ti con diligencia
Todos los
rostros que te echaron al olvidoPara hallar sosiego entre tus sombras
Buscarán de mi y no me hallarán, porque no quiero ser pecado.
Y eh ahí, la
hora, de cuantos como yo
Aborrecieron
el conocimientoEchando a menos escoger el temor a Jehovah.
Despreciando tus consejos, oh, como temo al temor.
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