una bella mujer.
Pero un hombre muy sabio
le dijo con amor:
-piensa bien lo que pides,
-¡No atraigas más dolor!.
-Pues, si fuera posible
prolongar la existencia,
por sapiencia o milagro,
de la avanzada ciencia,
Serían condenables
tan infernales mentes,
pues tres cosas serían
del todo inconvenientes.
-Primero, que ya nadie
jubilarse podría,
porque inmortal y fuerte
todo el mundo sería.
Y el gobierno al saberlo
explotarnos sabría,
y habría que trabajar
para siempre en la vida,
sin poder descansar,
ni encontrar la salida.
-Segundo, a pocos novios,
casarse convendría,
pues, ya ausente la muerte,
-¿quién los separaría?.
-Entonces la rutina
de a pocos se impondría,
y al final el amor
en odio acabaría.
-Y tercero, que nadie
sería encarcelado
a cadena perpetua,
aunque fuera inculpado,
pues su eterna condena
jamás la cumpliría,
porque de sus delitos
nadie se acordaría,
y pienso que es seguro
que al correr de los días,
los meses y los años:
-¡Indultado sería!.
-¡Por eso no conviene:
librarnos de la muerte,
ni ser joven por siempre,
ni por siempre ser fuerte!.
Preferible es llegar
como viejo mortal,
y después descansar
cuando llegue el final.
Y un flojo incorregible
que escuchaba asustado,
le gritó a la mujer:
-¡No pidas el pecado!,
que si Dios ha querido
que la muerte nos lleve,
es para que el sufrir
del humano sea breve.
¡No quiero trabajar
como el Sol, de por vida!,
¡yo aborrezco el trabajo,
como el Sol su salida!.
¡Aléjate mujer!,
¡Ven muerte bendecida!.
¡Aléjate mujer!,
¡Estás loca y perdida!.
No pretendas cambiar,
Verano por Invierno,
que mi anhelo inmortal:
¡Es el Descanso Eterno!.
Moraleja:
“Hasta para Dios, difícil es,
complacer a dos, y aún más a tres.
Autor:
ENRIQUE QUIROZ CASTRO
abelenqc@hotmail.com
SIPEA-PIURA
PERÚ
16 de octubre de 2012
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